lunes, 14 de septiembre de 2015

Con ciencia retórica

María Elena Bitonte, docente de la Universidad Nacional de Moreno da cuenta de la enseñanza retórica como un recurso para entender y comunicarse con el otro.


Desde Aristóteles hasta la actualidad. Un viaje temporal que comprende el medioevo, la revolución industrial y la segunda guerra mundial. La retórica, ese arte para persuadir y despertar emociones en el otro ha perdurado a lo largo del tiempo. Saber cómo dirigirse, qué posición adoptar, qué palabras utilizar, cómo interpelar y hasta saber qué tonalidad usar. De todo eso se trata la retórica. Algo tan importante y a la vez casi imperceptible para la conciencia del ser humano.
 

En el marco de la jornada de estudios lingüísticos y socioculturales llevada a cabo en la Universidad Nacional de Moreno (UNM), María Elena Bitonte da cuenta de la enseñanza retórica como un recurso para entender y comunicarse con el otro. Magíster en Comunicación y Cultura de la Universidad de Buenos Aires y actual jefa de cátedra del Taller de Expresión Oral y Escrita II en la UNM, Bitonte afirma: “Hay retóricas de la vida cotidiana, que se sitúan en el campo de la ciencia, en el campo de lo político, económico, en el arte.” Asimismo agrega: “La retórica es la manera de cómo uno se dirige a otro. Y esto pasa en todos los ámbitos de la vida, sean o no científicos”. Formulando una conclusión rápida, se podría decir que el hombre desde que se levanta hasta que se acuesta está atravesado por la retórica.

 
Dentro del trabajo de la cátedra, Bitonte enseña algunas de las teorías de la argumentación que han tratado de explicar cómo funciona esta ciencia. No limitándose solo a esta tarea académica la docente cuenta: “De lo que yo hablo en particular es de la formación de una conciencia retórica. Ciertas concepciones de esta ciencia la ven sólo como un ornamento del discurso, de persuadir de una manera encubierta o manipulatoria. Yo lo convierto en algo que enriquece la manera de cómo cada uno se construye a sí mismo y cómo construye al otro.” Saber comunicar y de qué manera hacerlo. De eso también habla Bitonte: “No se puede aprender la normativa, la sintaxis o la manera de escribir si uno no conforma primero una imagen de sí retórica. Si uno no se piensa como un académico, estudiante o pensador científico es difícil que pueda construir un discurso que lo ayude a socializar”. La docente concluye: “Esto es parte de la conciencia retórica. Dirigirse a un otro que necesita saber. Eso es la ética a la que me refiero cuando hablo de retórica”.

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